EL CUÑADO (El Heraldo de Aragón 9/7/23)

Las familias son un sistema en los que, antes o después, se acoplan elementos ajenos a la sangre; los conocidos como cuñados, yernos, parientes políticos o añadidos (léase también en femenino), entre otras nomenclaturas. Su incorporación reequilibra, para bien o mal –cada uno explica el mercado según le va-, las relaciones, lealtades, … 

Las familias empresarias pueden adoptar ante el fenómeno desde el “que vivan bien, pero en la familia que no entren”, de Don Vito Corleone, a considerarlos prácticamente hijos adoptivos. La recomendación general válida pude la de El Padrino, pero lo más adecuado depende de cada familia e incorporado: no es lo mismo una empresa familiar en Zaragoza que en el alto Pirineo, ni un cuñado sin formación y experiencia que con. Como en todo, entre el blanco y el negro hay una inmensa escala de grises. Conviene tener en cuenta una serie de recomendaciones:

  • Se incorpora una persona, con sus sentimientos, historia, valores, cultura e intereses. ¿Sabemos cuáles son? Evitemos los prejuicios y la permanencia de la primera impresión.
  • Evitemos criticarlos, sobre todo el público.
  • Seamos empáticos con ellos: ¿Cómo se sienten acogidos? ¿Cómo nos gustaría se acogidos? – recordemos que nosotros también solemos ser “cuñados”-.
  • Tal vez podamos evitar que tengan derecho a voto, pero no que tengan influencia sobre quien lo tiene o tendrá. En las relaciones horizontales las posiciones pueden variar de peso.

Hay empresas familiares (Agrolimen con Jaume Tomas, Perelada con Arturo Suqué ….) que en gran parte han llegado hasta donde lo han hecho gracias a los “cuñados”. En ocasiones pueden echar leña al fuego creando divisiones o sospechas; pero también pueden aportar imparcialidad ayudando a quitar emociones.

Aportan cultura e historia, y eso puede añadir valor a la familia empresaria. Pueden “poner el pescado encima de la mesa”, planteando temas que son tabús o el elefante que está en la habitación y nadie ve. Pueden hacer de puente entre miembros de la familia. Lamentablemente es demasiado frecuente desaprovechar las aportaciones que pueden realizar. En ocasiones su función es hacer de “chivo expiatorio” para justificar las actitudes del familiar de sangre.

Es conveniente planificar con antelación la acogida de los externos y que papel pueden jugar en la familia empresaria, para evitar en lo posible la fuente de conflictos que puede significar el trato discriminatorio entre ellos. No es imprescindible darles voto en la junta de accionistas; pero darles voz, y en ocasiones voto, en el consejo de familia; invitarles a participar en el diseño y realización de actividades de la familia empresaria puede ser una buena idea. ¿Cuándo debe empezar el plan de acogida? ¿Cuándo salen del altar o la primera vez que cruzan la puerta de la familia? Hay familias empresarias que tienen previsto que régimen económico matrimonial (que puede afectar también a las parejas de hecho) debe regir por lo que se refiere a la empresa familiar. ¿Cuándo y cómo informar de ello?

¿Cómo podemos esperar que transmitan a sus descendientes los valores, la cultura, la visión de la familia empresaria si no los tienen asumidos? ¿si no les invitamos a participar en su definición o actualización? Lo mejor es no tratarlos como apestados en relación a la empresa familiar, y reconocer y valorar sus actitudes y opiniones.

Hay familias empresarias que les animan a incorporarse a la empresa, en ocasiones para evitar que el de sangre cambie de localidad de residencia y se aleje. Hay que tener claros los motivos de incorporación ¿Qué aportan al negocio? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades, valores y experiencia? Es importante evaluar con anterioridad las posibles consecuencias familiares de su despido, o empresariales de la ruptura –cada vez más frecuente- de la relación.

Para lograr su compromiso es necesario mantenerlos informados, en la forma adecuada. En principio es de esperar que su postura sea de apoyo a su pareja y descendientes; si sólo reciben su versión, o ninguna información, es difícil que faciliten el entendimiento familiar, sobre todo en momentos de máxima tensión.

La incorporación de externos suele generar mucha desconfianza en las familias empresarias, en ocasiones por antecedentes de la historia familia, en ocasiones por prejuicios. Conviene recordar el efecto Pigmalión: las personas solemos acabar comportándonos como somos tratadas. Demos la bienvenida a los cuñados y cuñadas en la familia empresaria; porque ignorarlos no los elimina.

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