Sabeu aquell que diu que están dos hermanos pegándose en el parque y la madre dice “¡basta ya! ¿por qué os peleáis?” y contestan al unísono “estamos jugando a ser accionistas de la empresa familiar, mama”.
Los socios de una empresa cotizada los eliges, los de una familiar te los encuentras. La sangre no garantiza el entendimiento ya que la lotería genética puede crear caracteres incompatibles. Pasada la generación fundadora nos solemos encontrar con una empresa familiar de hermanos o de primos, salvo que haya habido podas. Estas pueden ser lo más adecuado si se prevén conflictos irresolubles o, por ejemplo, no se puede mantener el dividendo per-cápita.
El número de socios familiares, sus edades, sexos, parejas y descendientes pueden ayudar a entender la gestión de los naturales conflictos en cada familia empresaria. El orden de nacimiento de los hermanos suele ir acompañado de etiquetas como mayor-responsable, mediano-sociable, benjamin-rebelde; que no siempre se corresponden con la realidad.
Es importante saber qué tipos de socios tenemos y queremos, para actuar en consecuencia. Hay diferentes tipos de socios, algunos mixtos. Confiados, son aquellos que cuando se les pregunta responden “el negocio lo lleva mi …. y tengo plena confianza en él”. Champiñones que, al igual que dichos hongos, son mantenidos a oscuras respecto a la empresa. Apesebrados, sólo interesados en el dividendo. Moscones que interfieren de forma continuada, sin aportar, y además normalmente en los momentos más inoportunos. Operativos, que participan en el día a día del negocio. Gobernadores, que sin interferir en la dirección del negocio participan en su control y en el establecimiento de la estrategia del mismo, desde los órganos de gobierno. Implicados, que entiende el negocio y están interesados en su evolución.
Al igual que se planifica la formación e implicación de los trabajadores, se ha de hacer lo mismo con la de los socios. Para continuar y crecer una empresa familiar precisa socios implicados. Ello no significa que no vaya a haber conflictos, ya que si todo el mundo opina siempre lo mismo mal acabaremos; sino que se sabe gestionar los conflictos de forma profesional; manteniéndolos en lo objetivo y procedimental sin entrar en cuestiones personales (más fácil de decir que de hacer). Uno tiene lo que se merece.