Publicado diario EXPANSION 26/03/2015
Saben el dicho: ” una persona se come un pollo, y entre los dos hemos comido una mitad cada uno”? O aquel que dice qué “sí pones un pie en un cubo de agua hirviendo y el otro en uno de agua helada, la temperatura media es correcta” ?
Según el INI el consumo privado ha crecido en el 2014 un 2,70%. Pero por otro lado, la venta de coches ha experimentado un aumento record del 18% en el mismo periodo, si bien continua a la mitad del volumen conseguido desde el 2004 al 2008. Con estos datos, las ventas de algunos productos en las familias han caído, y es muy posible que lo hayan hecho en algunos de los subsectores de bienes duraderos, ya que la mayoría de la población sí se cambia de coche, no compra una lavadora, por ejemplo.
El mismo sector reconoce, que el aumento de venta de coches tiene mucho que ver con el plan de ayudas gubernamentales. Ahora ya estamos en la séptima edición del plan PIVE.
Más allá de ser un plan de ayuda a un sector necesitado, es la continuidad de una política de subvención sectorial iniciada en 1994 con el primer plan Renove. Subvención a un sector que exporta cerca del 80% de su producción, y que por tanto, parece que no le falta competitividad ni necesita ayudas.
El plan PIVE es un plan destinado, en teoría y según su exposición de motivos, a la mejora de la eficiencia energética y seguridad de nuestro parque automovilístico. Como excusa es bastante convincente, pero el sector cuando pide la renovación, de lo que habla es de recuperar ventas. ¿Cuál es la verdad?
Es cierto que con el mismo objetivo de eficiencia energética se han creado planes renoves con fondos públicos para electrodomésticos o ventanas. Por qué la eficiencia energética es más importante que la salud de las personas? Por qué no se destinan ayudas públicas que contribuyan directamente a la mejora de la calidad de vida de las personas, como por ejemplo con ayudas para la venta de colchones o comida ecológica?
Algunos pueden argumentar que se trata de planes que se autofinancian con el aumento de recaudación del IVA que generan. Pero sí fuera así esta misma argumentación serviría para aplicarse a otros sectores como el mueble, que nunca ha disfrutado la misma fuerza de oligopolio.
Puede que ya haya llegado la hora de acabar con las políticas de ayudas y subvenciones eternas, que facilitan la creación de corruptelas y clientelismos , para dar paso a ayudas excepcionales , temporales y realmente necesarias. A modo de ejemplo, este ahorro podría ir destinado a reducir la presión fiscal de ciudadanos y empresas, y los costes sobre los lugares de trabajo, para hacer así más competitiva nuestra economía.