“Hay de todo en la viña del señor”, y por eso en las empresas familiares hay diferentes tipos de socios. Entre los que me he encontrado en las diferentes empresas familiares con las que he colaborado los hay activos, confiados, champiñones, frígidos, confusos, moscones y profesionales. Los propietarios activos son aquellos dispuestos a arrimar el hombro cuando se les pide. Lo pueden hacer aportando su trabajo, ideas o recursos.
Los propietarios confiados son aquellos que tienen una confianza absoluta en la capacidad y honradez de los que llevan el negocio. Les interesa la empresa, pero no les hace perder el sueño. Pueden firmar todo lo que se les ponga delante, olvidando que sólo te puede traicionar aquel en quien confías.
Los propietarios champiñón viven a oscuras; puede ser que ni tan siquiera asistan a las juntas de accionistas. Mientras reciban un buen dividendo no suelen dar señales de vida. No es que se confíen, es que ni siquiera siguen la marcha de la empresa.
Los propietarios frígidos vienen a ser como los champiñones, pero además ni se inmutan si dejan de recibir dividendo.
Los propietarios confusos son aquellos que confunden propiedad y capacidad, creyendo que el ADN garantiza la transmisión de la capacidad empresarial; o confunden la caja de la empresa con la familiar; o patrimonio con tesorería, entre otras cosas.
Los propietarios moscones, también conocidos por su nombre científico como poseudolynchia canariensis, son aquellos que hacen como el perro del hortelano, que i come ni deja comer. No es que sean negativos, es que son obstruccionistas.
Los propietarios profesionales son aquellos que están implicados, es decir interesados, en la marcha del negocio, y que además son proactivos, aportando y participando. No es necesario que estén trabajando en la empresa. Son conscientes de que es y como funciona una empresa y la suya en particular. Conocen la estrategia y saben leer las cuentas. Son capaces de encontrar asesoramiento profesional cuando es necesario. Los propietarios profesionales no caen del cielo, son fruto de un proceso de formación e implicación.
Dicen que “Dios los crea y ellos se juntan”, y que “cada empresa tiene los socios que se merece”, pero ¿Qué tipo de socios tenemos en nuestra empresa familiar? ¿cómo los podemos profesionalizar? ¿Qué pienso hacer al respecto hoy, la semana que viene, el próximo año?