Publicado diario Expansión 28/02/17
Muchas veces el principal problema de un empresario no es
determinar que hacer, sino que las cosas sucedan. La ejecución se alarga de forma incomprensible, o hace como el Guadiana: aparece y desaparece de forma periódica. Dicen que si el proyecto es
informático y se pone a trabajar más gente, el tiempo de ejecución crecerá de forma exponencial al aumento de recursos. En cualquier caso, lo que si es cierto es que sea del tema que sea el proyecto, aumentarán los costes.
Lo primero que hay que analizar es si se ha establecido un plan de acción, porque a veces sucedes que decimos lo que queremos (por ejemplo, aumentar las ventas un 10%) sin que nadie determine de forma correcta como hacerlo. Es decir, establecemos un objetivo específico, medible y con calendario; pero falta alguno de los elementos esenciales para poder iniciar la ejecución con el máximo de probabilidades de éxito, a saber: un responsable, determinación de los medios necesarios, de las acciones a ejecutar i de los hitos que permitirán controlar si se va por el camino y al ritmo correctos. Los que lleven muchos años sobre el terreno a lo mejor han oído hablar de “Un Mensaje a García” pero los milenians no son mucho de esta cuerda. La definición del plan de acción se puede delegar, pero no comprobar su validez sería abdicación.
El segundo paso es asegurarse de que las personas implicadas saben lo que tienen que conseguir y hacer, cuales son las prioridades, y de que disponen de las capacidades, conocimientos y medios suficientes. No está de más cuestionar en que grado comparten los beneficios previstos. La gente adecuada en el lugar adecuado es una de las principales fuentes de ventaja competitiva sostenible.
El no seguimiento es la principal cauda de que las cosas previstas no sucedan. De forma periódica prefijada hay que revisar que se están alcanzando los hitos que marcan que vamos por el camino y con el calendario programado. Se han de justificar las desviaciones entre los previsto y realizado, y en su caso determinar las acciones correctoras. Hay que recompensar al que cumple, y ayudar al que no; y si no mejora reubicarlo. Siempre que se hace una reunión de seguimiento ha de quedar claro que es lo siguiente que se hará, quien, cuando y como.
Puede ocurrir que la desviación no esté en la ejecución, sino en el resultado; debido a que han cambiado las asunciones existentes al establecer el objetivo, como por ejemplo que el PIB decrece en lugar de crecer, o que ha aparecido nueva competencia. En estos casos tal vez sea necesario modificar el objetivo o el plan de acción.
Para llegar al destino deseado, hay que hacer que las cosas sucedan.