Publicado en Viamepresa el 14/9/18
La empresa familiar es la base de nuestra economía, y tiene que ver mucho con el mundo jurídico. En ella se juntan dos realidades que parecen contradictorias: empresa y familia. La empresa persigue la riqueza y se rige por la meritocracia. La familia busca la felicidad de sus miembros y se rige por el amor.
Hay una serie de indicadores clave de la empresa y de la familia que nos pueden ayudar a saber si estamos delante de uno de los principales momentos de la empresa familiar.
La empresa familiar es empresa, familiar es el adjetivo. Y en una empresa una cuestión muy importante son los indicadores relacionados con el dinero. La evolución de los indicadores de generación de dinero y de su destino nos pueden ayudar a anticipar un momento importante. Es importante comprobar que la contabilidad y la realidad coinciden. Puede haber sorpresas. En la contabilidad las existencias también se conocen como inventario precisamente porque pueden estar inventadas. Es demasiado frecuente la falta de inventarios, arqueos de caja y conciliaciones bancarias consistentes y periódicas. Y las auditorias no son suficiente, porque se basan en la buena fe y no buscan fraudes.
Por lo que se refiere a la familia un indicador clave es la evolución de la edad. A cada fase de la vida suelen corresponder unas preocupaciones y intereses diferentes. También conviene prestar especial atención a la evolución de los sentimientos. En la empresa familiar los sentimientos están presentes desde la infancia. La empresa amplifica los sentimientos, si es para bien mejor, pero si es para mal peor.
El protocolo familiar, parte de un contrato jurídico, es una herramienta que sirve de escusa para que la familia hable del futuro, de los principales momentos a los que tendrá que hacer frente y de como lo hará. Lo más importante del protocolo es que sea adecuado a la dimensión de la empresa y de la familia, que no sea un “cortar y pegar”, que se actualice con cada generación; y tener bien claro que lo importante no es el papel, sino el diálogo.
Un momento importante es por ejemplo el de decidir si se reparten beneficios o se reinvierten. Si no trabajan en la empresa todos los propietarios los puntos de vista pueden ser diferentes, y todos ellos legítimos. El artículo 348bis de la Ley de Sociedades de Capital establece la obligación de reparto de dividendos en determinadas circunstancias.
Otro momento importante puede ser el de separación de socios. La empresa no puede ser una jaula dorada de la que algunos socios querrían salir en todo o parte y no pueden hacerlo. Hay que encontrar formas de liquidez justa y viable de las participaciones, porque la salida traumática puede acabar con la empresa y con la armonía familiar. La poda, bien hecha y a tiempo, puede fortalecer la empresa familiar.
Otro momento importante puede ser el de decisión de internacionalización, de diversificación o de migración al online por ejemplo. La empresa se inició por el emprendimiento de alguien, si la familia pierde este espíritu es difícil que afronte con éxito la regeneración estratégica que puede ser necesaria para garantizar su continuidad.
La incorporación de los “añadidos” a la familia de sangre es uno de los otros momentos importantes de la empresa familiar. Con ellos se establecen relaciones muy intensas, en las que comentarios repetitivos del tipo “mira tu hermano”, pueden acabar haciendo más agujero que una gota malaya.
Bien, es ley de vida que antes o después todos dejamos este mundo; y éste es uno de los principales momentos de la empresa familiar. Cuando se pregunta a un empresario por su relevo, en muchas ocasiones responde con un “¿ya me quieres muerto?”, “aun soy joven”, “tengo buena salud”. Pero si algo caracteriza a un buen empresario es la planificación.
Otro momento importante de la empresa familiar es el de plantearse si continuar, vender o cerrar. Dicen que vender la empresa familiar es la mejor manera de profesionalizar la dirección, maximizar el valor de la empresa y reducir las discusiones familiares. Temas importantes son el de la valoración, el de la sindicación y los derechos de arrastre y acompañamiento.
Cerrar un negocio es otro de los principales momentos de la empresa familiar. Es una experiencia muy formativa. No es rápido, fácil ni barato. Es el mismo esfuerzo que ponerla en marcha pero con muchas menos alegrías. Si el que lo ha de hacer es el fundador o continuador familiar la carga emocional puede ser muy fuerte.
Los principales momentos de la empresa familiar son previsibles, por tanto es importante que no nos cojan desprevenidos.
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