PUBLICADO DIARIO EXPANSION 12/12/2016
A medida que se acerca la Navidad todo cambia, es un tiempo de alegría, reencuentros y regalos. El dinero corre y las tiendas están engalanadas como nunca. La gente va por la calle cargada de bolsas. Las empresas crean miles de puestos de trabajo temporal ara hacer frente al aumento de las ventas. Muchas empresas celebran cenas de Navidad y regalan cestas. Las que no tienen prorrateadas las pagas, dan la extra. La publicidad aumenta ya que todo el mundo pone todo el esfuerzo posible en llevarse el gato al agua, especialmente los productores de juguetes, cava y perfumes.
Aunque el mundo online coge cada día una parte más grande de la tarta, la realidad es que los centros comerciales y el centro ciudad están a reventar. El crédito al consumo alcanza máximos. Parece que capacidad de compra sea sinónimo de felicidad. Los regalos están muy bien como muestra de aprecio hacia los demás. Siempre que sean un medio y no un fin en simismos.
La Navidad para muchas personas crea momentos de depresión, bien sea porque recuerdan a los que faltan, en que han fallado durante el año, o que la encuentran falsa. Pero hace falta que sea un momento de ruptura de la monotonía y de reencuentro con uno mismo y con los demás.
Hermann Hesse escribió en 1927 que “la Navidad es una suma, un almacén de regalos de todos los sentimentalismos y mendicidades burguesas. Es un motivo de desenfrenadas orgias para la industria y el comercio…. y una gran publicidad; en resumen mil cosas que me resultan odiosas y que me serían indiferentes y ridículas si no hiciésemos un uso tan lamentable del nombre de el Salvador y del recuerdo de nuestros años mas tiernos”
No se que es lo que escribiría hoy en día, frente al hecho de que la laicidad imponga la censura a los villancicos que nombran a Jesús y prohíba los Nacimientos en las escuelas públicas al mismo tiempo que promocionan la decoración de Halloween. El “Felices Fiestas” sustituye al “Feliz Navidad” en la iluminación navideña, y cada vez más a nivel coloquial. Las cabalgatas de Reyes cada año se parecen mas a un desfile de Carnaval. En las últimas de Madrid llegaron a prohibir la participación de una escuela católica, porque hace educación diferenciada (derecho reconocido por nuestra jurisprudencia y comparada como no descriminatorio).
Ponemos el grito en el cielo en defensa de la escuela en lengua catalana y no movemos ni un dedo ante la eliminación de una de las manifestaciones más auténticas de nuestra cultura aceptando su reducción a una mera fiesta comercial, cuando no a simple solsticio de invierno.
Feliz Navidad.
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