Publicado diario Expansión 11/05/2017
Los problemas de la sociedad son también problemas de las empresas, y los empresarios corresponsables en su solución. El desempleo juvenil es uno de ellos. La tasa catalana en 2006 era inferior a la UE (15% – 18%); en 2016 casi la dobla (34% – 19%). Que uno de cada tres jóvenes esté en paro genera un alto grado de riesgo de exclusión social, con perniciosas consecuencias a largo plazo para toda la sociedad y por lo tanto también para las empresas.
¿Por qué en entornos económicos similares ha evolucionado mucho peor? El primer pensamiento se dirige a la rigidez de un sistema laboral que hace más barato despedir a un junior que a un senior; y que incentiva a retrasar al máximo las contrataciones. Pero el informe «empresas contra la pobreza» denota la existencia de un problema estructural: la formación.
La formación en nuestro país tiene mucho abandono escolar, socialmente no se valora la formación profesional, y los centros formativos tardan demasiado en adaptarse a las necesidades de unas empresas sometidas a crecientes cambios en número y rapidez.
¿Qué pueden hacer las empresas respecto al paro juvenil? Planificar la renovación y formación de la plantilla a 3-5 años, sus conocimientos y habilidades. Hay que tener una plantilla adecuada mediante la actualización de la existente e incorporación de nuevos.
Hay que asumir responsabilidad en el diseño de los procesos de formación: ofreciendo becas para cubrir procesos curriculares que interesen, con contratos de formación y aprendizaje y con los de prácticas para recién licenciados (ambos bonificados en seguridad social y sin indemnización al finalizar). Hay quien dice que son «trabajos mal pagados», pero son «formación práctica retribuida», son una oportunidad de poner en práctica lo aprendido. El empleo de calidad será consecuencia de la productividad y resultados de la empresa.
Los jóvenes no ven la temporalidad en si como negativo. Quieren la oportunidad de demostrar su valía. Y para la empresa, ¿qué mejor proceso de selección que poder escoger entre personas a las que se ha formado? Además, formar motiva y fideliza. No debe olvidarse que las personas son uno de los elementos principales de cualquier empresa. Incluso en las de autoservicio, basta con imaginar las consecuencias de reponer productos en depósitos cruzados.
Los empresarios somos proactivos, prácticos y ejecutivos. Somos los que conseguiremos que haya un mercado de jóvenes bien formados y motivados a los que contratar. Recordando aquello de que “el problema no es formar personal y que se vaya, sino no formarlo y que se quede”.