Publicado Via Empresa 19/6/2017
Esta no es una columna sobre la industria agropecuaria, tan importante en zonas de Cataluña como son Osona y las Tierras de Ponent, sino sobre la realidad de que en toda empresa hay gallinas y cerdos. Tanto a nivel de propiedad como de trabajdores. Y que nadie busque significados peyorativos a los términos.
Para que una empresa funcione como es debido necesita la existencia en su interior de algunos cerdos; si solo hay gallinas habrá mucho cacareo pero es difícil alcanzar cimas retadoras.
¿Cuál es la diferencia entre una gallina y un cerdo en el mundo de la empresa? Por todos es sabido que en un plato de huevos fritos con bacón, la gallina participa y en cerdo esta implicado; ambos son esenciales para su existencia, pero uno deja el fruto de su esfuerzo y el otro deja la vida.
A nivel de trabajadores es esencial alcanzar unos niveles de implicación mínimos. Jack Welch, el que fue durante muchos años líder de éxito em General Electric, hacia lo que el llamaba una clasificación forzada de sus colaboradores en el 20% implicados, el 70% participes y el 10% tóxicos que es necesario mover a los grupos anteriores o hacer la acción social de ayudarlos a encontrar un lugar de trabajo mas adecuados a sus intereses y capacidades, en el que seguramente serán más felices.
A nivel de propiedad las gallinas serían aquellos que se consideran simples accionistas propietarios de una parte alícuota del capital. Estos son muchas veces necesarios, pero no determinan el futuro de la empresa. Los que lo hacen son los propietarios responsables, que se sienten participes de un proyecto empresarial al que aportan capacidad.
¿Cómo se transforma una gallina en un cerdo? ¿un participe en un implicado? Dándole algo más que una retribución económica por su trabajo o capital.
En el caso del trabajador dándole oportunidades de mejorar su formación, de aplicar sus conocimientos, una participación en la toma de las decisiones que le afecten, un itinerario de carrera atractivo, una responsabilidad creciente y acorde a sus intereses y capacidades. Y evitándole el contagio con los tóxicos, contagio que puede ser por simple osmosis si no se toman acciones de eliminación.
En el caso del propietario para ser cerdo, es decir para dejarse la vida, debe sentir como propios una serie de valores de la empresa que vayan más allá de la necesaria rentabilidad económica, valores trascendentes que pueden ser de alta repercusión mediática o simplemente de ayudar a los trabajadores a desarrollarse como personas.
Para finalizar, recordar que como en todo hay clases: no es lo mismo una gallina de El Prat o un cerdo de pata negra, que del montón.