Los conflictos son inevitables, forman parte de toda relación humana. Forman parte de la evolución de los ciclos de vida de la familia y de la empresa; sin ellos no hay evolución. La cuestión es cómo se convierten en positivos; cómo se gestiona su dirección, intensidad y duración. Los peores conflictos son los que no se hablan. Se van reforzando las posturas. La infección se puede convertir en gangrena. La mejor acción delante de los conflictos es la prevención, no tanto para eliminar totalmente su aparición como para reducir su virulencia y ser ágiles en su resolución. Y la mejor forma de prevención es la comunicación sincera.
El entorno y momento de la comunicación también son importantes. La sobremesa de las comidas familiares puede ser un lugar inmejorable para transmitir valores y la historia de la empresa familiar, pero no es el lugar más adecuado para tomar decisiones empresariales o de propiedad.
No es extraño que en una familia haya incluso menos comunicación que en un entorno no familiar. En la empresa familiar la comunicación puede ser más difícil que en la empresa no familiar debido a que están presentes sentimientos que pueden ser muy intensos. Puede haber más agresividad, y las heridas pueden hacer más daño. Puede haber intereses ocultos difíciles de justificar, o puede haber miedo al conflicto.
Ha de prestarse atención a la mejora de la comunicación familiar. Es muy normal que un gran empresario, sobre todo si es el fundador, olvide la comunicación con y en la familia. Los fundadores y refundadores pueden ser especialmente “tozudos”, puede ser difícil comunicar con ellos. A lo mejor sólo hay información unidireccional. A lo mejor para evitar conflictos familiares no se explica los qués, los cómos y los porqués. No se consultan ni negocian los temas. No se manifiestan las oposiciones, no se conocen los intereses ni las inquietudes personales. Todo esto puede pasar en cualquier familia, pero puede tener graves consecuencias en la empresa. Uno de los problemas de comunicación en la empresa familiar es superar los patrones de comunicación de las etapas iniciales de la familia. Se prolonga en exceso la comunicación padre-hijo no entrando en una entre adultos iguales (ver más adelante: Análisis Transaccional).
Los hábitos de comunicación «se heredan», «se maman en casa», pero también se pueden formar y desarrollar. La comunicación se aprende practicándola; conviene crear espacios de diálogo sincero. Ayuda a crearlos el fomentar actividades conjuntas que hagan habitual el compartir y el estar juntos. Para fomentar la comunicación ha de pedirse opinión sobre los temas haciendo preguntas abiertas, retrasando los juicios de valor sobre las respuestas; y en todo caso dirigiéndolos al contenido no a las personas. Ojo con hacer valoraciones personales en público.
Una de las prácticas más recomendables para fomentar la comunicación y confianza es la celebración de forma regular de reuniones de familia con el objetivo de informar, de formar y de que los demás expresen sus opiniones sobre la familia empresaria. Crearlos y mantenerlos requieren voluntad y dedicación de tiempo de calidad.
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