VENDER O CERRAR LA EMPRESA FAMILIAR (Regió7 17/2/19)

“Si no queremos o podemos continuar con la empresa familiar solo nos quedan dos opciones: vender o cerrar. Pero éste es el tema de otro artículo”. Así acababa mi artículo publicado en este diario el pasado 25 de noviembre. Éste es por tanto continuación del anterior.
VENDER
Según el estudio KPMG 2016 sobre empresas familiares españolas, el 7% valoran como prioritario para los próximos doce meses la venta de la venta de la empresa. Dicen que vender la empresa familiar es la mejor manera de profesionalizar la gestión, maximizar la riqueza y reducir los conflictos familiares. Si se vende cuando la empresa va a todo trapo se obtendrá mejor precio; se ha de vestir lo mejor posible.
Los motivos para vender pueden ser muchos: aprovechar que los precios están altos, falta de continuidad generacional, concentración sectorial, recepción de ofertas, necesidad de recursos, diferencias familiares, entrada de competidores, caída de rentabilidad, conflictos accionariales, cambios legislativos, enfermedad…
Lo ideal es vender cuando la empresa va a todo trapo. El precio que se obtendrá será mejor si las ventas y beneficios son altos y crecientes. Conviene vestir la empresa lo mejor posible. Se trata por tanto de mejorar el balance y las cuentas de resultados, y de elaborar planes de continuidad atractivos.
El miedo a las posibles consecuencias de que empleados, clientes, bancos o proveedores se enteren de la posible venta puede retardar el inicio del proceso, y hacerlo con prisas es mal asunto.
¿Cuánto vale la empresa? Para la inmensa mayoría que no cotiza en bolsa hay técnicas de cálculo como la capitalización de beneficios, ratios sectoriales, flujos de caja … Una cosa es el valor y otra precio. Éste es el resultado de una negociación.
Muchas veces no se tiene en cuenta la posibilidad de vender al personal interno. Si el negocio vale la pena se puede obtener financiación externa para la operación. Si no hay ningún interno capacitado para la compra de la empresa, tal vez ésta no vale mucho, precisamente por la falta de capacidad interna.
CERRAR
Si se ha decidido no continuar y no se encuentra comprador ni por un euro, lo que toca es cerrar. Cerrar una empresa es una experiencia muy formativa. No es fácil, rápido ni barato. Es como abrir, pero con muchas menos alegrías; y si quien lo ha de hacer es el fundador o continuador familiar la carga emocional puede ser muy fuerte. Cerrar casi siempre se decide tarde, porque por naturaleza los empresarios somos optimistas.
Hay empresas que están muertas y no lo saben. Continúan existiendo sin adaptarse a los cambios estructurales en su sector. Continúan existiendo por ejemplo porque pagan alquileres bajos, o porque no ven alternativa a dejar de pedalear, o porque no se pueden permitir el coste de dejar de hacerlo.
También hay empresas que se suicidan. No controlan existencias, obsoletos o cuentas a cobrar. No invierten en red comercial física o virtual. No se cuidan de sus equipos. Dan la espalda a los cambios en el mercado: producto, competencia y consumo. Van improvisando y sólo se guían por el olfato. No contrastan opiniones. Meten la mano en la caja.

Uno de los objetivos del cierre ha de ser generar la máxima caja neta, es decir descontando los gastos. Para esto hace falta ser previsor y fijar bien el calendario del cierre. Se ha de tener en cuenta que el valor de los activos en liquidación puede ser inferior a su valor en continuidad; que el valor de los activos por separado puede ser superior al conjunto. Se ha de hacer una venta ordenada.
El pasivo social no aparece en el balance y puede ser el principal pasivo. Algunas empresas maquillan los resultados para mantener financiación bancaria. Así además de aumentar la responsabilidad personal de administradores y consejeros y retrasar lo que puede ser inevitable, aumenta el pasivo social.
Hay tres formas de cerrar una empresa: 1º.- Hacer el cierre cuando la empresa aún tiene recursos suficientes para cumplir con todas sus obligaciones- 2ª.- Tan pronto como un empresario prevé que no puede hacer frente a sus obligaciones ha de acogerse a la protección concursal si quiere eliminar su responsabilidad personal. 3ª.- Cerrar “a pelo” puede salir muy caro. Se puede tener que hacer frente con el propio patrimonio a acciones de responsabilidad por parte de los acreedores que no han cobrado.
EPÍLOGO
Son muchas las cuestiones que hay que tener en cuenta para decidir si continuar, vender o cerrar. Puede ser adecuada ayuda profesional, o al menos contrastar opiniones con alguien de fuera. Pero recordando que los milagros los hacen en Lourdes. Gestionar la empresa y la familia es, como siempre, un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.

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