PONGÁMONOS EN SU LUGAR (EXPANSIÓN 25/9/19)

Este verano hemos vivido un suceso que, como el gobierno es de izquierdas ha hecho mucho menos ruido.La calle y los medios de comunicación han hecho mucha menos presión. El barco Open Arms se ha pasado una buena pila de días con migrantes rescatados en el mar sin puerto de atraque.
Es bien cierto que se ha de evitar el efecto llamada, y que se ha de regular la inmigración. Es bien cierto que hay inmigrantes que delinquen, empezando por los top manta. Cierto que muchos inmigrantes se aprovechan de nuestro sistema de bienestar. Cierto que algunos no se integran, y que otros son potenciales terroristas. Pero, en primer lugar, hemos de recordar que son seres humanos, como nosotros, y no podemos darles la espalda. Es lo que hizo mucha parte de nuestra civilización occidental con los judíos durante el nacismo.
La cuestión de la inmigración ilegal es complicada. Para empezar, hemos de ayudar a los que están “delante de la puerta de casa” en riesgo de muerte. Una vez acogidos hay tres soluciones: repatriarlos, internarlos o darles permiso de trabajo; pero lo que no se puede hacer es dejarlos en la calle sin opción de ganarse la vida más que incumpliendo la ley.
Por otro lado, se ha de abordar la cuestión de raíz. ¿Por qué vienen? Algunos para huir del terror de sus países, otros para huir de la miseria o mejorar su nivel de vida. Muchos de ellos estarán mejor aquí en las peores condiciones imaginables que en sus países de origen, por lo tanto, es difícil que vuelvan de forma voluntaria. Pensar que los pararemos con uros, es pensar como los comunistas de la Europa del Este, que pensaban que con ellos evitarían las huidas a un mundo capitalista, un millón de veces mejor que la dictadura del proletariado.
Lo que viene a continuación es una tormenta de ideas, que seguro que necesitan pulirse. En primer lugar, a lo mejor tal vez conviene escuchar con seriedad a la organización que lleva más tiempo sobre África: la Iglesia Católica; y apoyarla sobre el terreno. En segundo lugar, en los países en los que hay terror se ha de restablecer el colonialismo, no como explotación de recursos sino como responsabilidad de poner orden y seguridad, física y jurídica. Por último, en estos territorios y en el resto se les ha de ayudar a mejorar su nivel de vida, no a base de subvenciones; sino ayudando a crear industria, eliminando tasas sobre el valor añadido a los productos que nos exporte. Pongámonos en su lugar.

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