Publicado en Viaempresa 1/12/17
Hoy en día se habla mucho de emprendedores y de star-ups. Y se hace cubriéndoles de elogios, presentándolos como creadores de riqueza, progreso y modernidad. Todos estos elogios son merecidos. Por otro lado demasiadas veces se presenta a los empresarios como explotadores sin escrúpulos sólo preocupados por acumular riquezas. Esto es totalmente falso e injusto. La percepción que la sociedad en general tiene de los empresarios es fruto entre otras cosas de los cuentos de Charles Dickens como son Oliver Twist y el cuento de navidad, que pone en el imaginario infantil a Mister Scrooge como prototipo de empresario. Emprendedor y empresario son lo mismo, de forma similar a la oruga y la mariposa; son el mismo ser en diferente fase evolutiva; con la importante diferencia de que el empresario ha de mantener el espíritu emprendedor si quiere garantizar al máximo la capacidad de regeneración estratégica que en algún momento del futuro hará falta tener para poder asegurar la continuidad de la empresa. Podríamos también decir que el emprendedor es un cambio de nameing para reposicionar con éxito la imagen de un producto que se ha visto muy perjudicada por las duras medidas que se han tenido que llevar a cabo durante la crisis, y que han sido aprovechadas por algunos populistas para sacar del armario viejos prejuicios.
En un reciente e interesante estudio del Círculo de Empresarios se analiza la imagen de los empresarios en los libros de texto. Parece que se ha mejorado mucho la imagen de los empresarios en los libros de texto respecto a hace una década, pero queda mucho por hacer, ya que aún hay un fuerte sustrato de prejuicios ideológicos en contra de la economía de mercado. A título de ejemplo reproduce textos como los siguientes.
“Los planteamientos teóricos del comunismo son incuestionables desde el punto de vista humano”,
«Si el genial economista [Adam Smith] viviera hoy, diría que la mano invisible trabaja para las multinacionales” para abrir los mercados de los países subdesarrollados a los productos de los países ricos; “en los países más desarrollados se genera un crecimiento acumulativo de la riqueza en detrimento de otros países”, como sí una cosa tuviera que ver con la otra. “La globalización tiende a internacionalizar la falta de equidad propia del sistema de mercado”, “las empresas siguen aumentando sus beneficios, al tiempo que crecen las desigualdades entre países ricos y pobres”.
En la economía de mercado hay “inestabilidad cíclica, escasez de bienes no rentables, deterioro del medio ambiente, abusos de las empresas y distribución desigual de la renta”, aunque a cambio las familias y las empresas pueden producir y consumir “según sus preferencias y disponibilidades”. Por el contrario, en una economía de planificación centralizada “las necesidades básicas están satisfechas en materias como educación, sanidad o empleo”.
La empresa es la fuente de riqueza que permite mantener y mejorar el estado de bienestar. Hace falta prestigiarla a ella y al empresario. En este sentido es de elogio la actividad “ESCOLA-EMPRESA” llevada a cabo por Femcat, en la que empresarios nos acercamos a las escuelas para explicar que es una empresa, y que significa ser empresario. Hay que potenciar esta iniciativa y replicarla en otros ámbitos como el de los políticos, para que se acerquen al mundo real.