Las empresas empiezan por el emprendimiento de alguien. Si la familia propietaria pierde este espíritu es difícil que supere con éxito los retos de regeneración estratégica los que antes o después tendrá que hacer frente. La covid nos lo recuerda. Que la familia empresaria continue no quiere decir necesariamente que lo haga el negocio inicial, tal vez lo mejor es venderlo o cerrarlo, y empezar uno nuevo. Esta es una de las principales diferencias entre el sistema capitalista europeo y el norteamericano: la facilidad de cerrar va ligada a la de iniciar. Si el emprendimiento es tan importante para el inicio y la continuidad de las empresas familiares, conviene reflexionar sobre el mismo.
Los motivos para emprender, o reemprender, pueden ser muy variados: condiciones laborales, realización personal, ser el propio jefe, ganar dinero, superar retos, hacer relaciones, dejar huella, crear puestos de trabajo, alternativa al paro, rendir los talentos …. Sea por lo que sea, dicen que “las empresas existen gracias a la acción de un loco que se atrevió a soñar”.
Para emprender hace falta una idea, esta puede consistir en un nuevo producto o servicio, o en una nueva forma de satisfacer una necesidad. También puede ser aprovechar una oportunidad que otros no han visto. Pero no todas las buenas ideas son negocio. Un negocio requiere la existencia de un mercado potencial que permita unos ingresos superiores a los costes, una viabilidad técnica y un equipo que lo lleve a cabo. La idea se ha de plasmar en un plan de negocio, con sus correspondientes números previsionales. Como que el papel lo aguanta todo, al analizar un nuevo proyecto se suele prestar mucha atención a los promotores: su pasión, implicación, conocimientos y experiencia, y a que haya un equipo equilibrado.
El proyecto parará por diversas fases, la primera es “el valle de la muerte”, en el que la mayoría suelen morir. Si lo supera entrará en la etapa de crecimiento, en la que las habilidades necesarias pueden no ser las mismas que en la anterior. Finalmente llegará a su madurez, y si no se reinventa “morirá”, es ley de vida. En este proceso, el emprendedor se convertirá en empresario, es decir que contratará y despedirá personal, pagará nominas e impuestos; en definitiva, se convertirá en unos de los motores del estado de bienestar, o de lo que queda de él.
El emprendimiento puede ser dentro de la empresa familiar o en nuevos proyectos. Para el primero, la tradición puede ser un gran freno, el “así lo hemos hecho siempre”. Y es que el éxito lleva dentro la semilla del fracaso. Es muy importante que la familia empresaria promueva el emprendimiento “fuera de casa”, por dos motivos. El primero es que el futuro seguramente está afuera, y el segundo es que si la familia crece más que la empresa es oportuno nuevos proyectos en los que la siguiente generación pueda demostrar su valía.
Para cultivar el emprendimiento una buena recomendación es asistir a foros de “business angels”, para escuchar nuevas ideas y para ver cómo se presentan. A veces lo que puede ser buena idea es ver qué proyecto hay en traspaso, para evitar “volver a inventar la rueda”.
Una cuestión clave para poder avanzar es la financiación. Lo habitual es “family, Friends & fools”, es decir la familia, los amigos y los tontos. Lo que recomiendo a las familias empresarias es que financien los proyectos con dos requisitos: aprobación por un comité de mayoría independiente y obtención del 50% de los fondos fuera de la familia.
Muchos piensan que el emprendimiento es cuestión de jóvenes, pero Sam Walton inicio Wall Mart con 44 años, y Roy Kroc con 53 se subio al carro de Mc Donalds. Un ejemplo típico de emprendimiento es Thomas Edison, que dijo que “el genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración”, y que “no he fracasado, he encontrado 10.000 soluciones que no funcionaban”.
A las nuevas generaciones alejadas del día a día de los negocios esto del emprendimiento les puede sonar a chino. Para acercarlas una buena herramienta es, una vez más, la filmografía. Ver una buena película y después poner en común lo que sugiere. Las que yo utilizo para ayudar a la formación de los continuadores de la familia empresaria son Joy, el niño que domo el viento, la guerra de las corrientes, la red social, Steve, Trucker y el fundador entre otras. Porque es necesario que los líderes de mañana sean emprendedores “de película”.
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