En una situación como la generada por Covid-19 es muy importante tener clara cuál es la estructura de decisión de la empresa familiar. No se ha de confundir propiedad, gobierno y dirección. En la primera generación es muy fácil que estén concentradas en la misma persona, pero a medida que aumenta el número de accionistas conviene diferenciarlos. El gobierno (administradores o consejo de administración) es quien decide, por ejemplo, si se ha de hacer un ERE o no; la dirección quien decide las personas afectadas. La propiedad, en la junta de accionistas, quien decide si se continua, se vende o se cierra.
En las decisiones siempre hay implicados intereses y sentimientos, talvez inconscientes. Si bien es cierto que en momentos de crisis hace falta una dirección concentrada y fuerte, conviene compartir o contrastar el proceso de toma de decisiones y hacerlo explicito, sin caer en la parálisis por análisis. ¿Se ha tenido en cuenta toda la información? ¿Los intereses y sentimientos de todos los implicados? ¿Se han analizado todas las alternativas, siendo creativos y teniendo en cuenta todos los pros y contras? ¿Se han tenido en cuenta ñas consecuencias a largo término de las decisiones a corto? ¿Los criterios de decisión están claros y son los adecuados? Ponerlo todo por escrito también ayuda.
Las decisiones que se han de tomar pueden ser muchas: relativas a personal, endeudamiento, otorgamiento de garantías, reparto de beneficios o aportaciones de capital, cierre de unidades de negocio, adquisiciones oportunistas, etcétera. Algunas pueden ser familiarmente complicadas, como la de si se respetan las normas establecidas sobre incorporación de familiares, ante una situación de pro prolongada. Hay que tener claro en todas ellas que los puntos de vista de los familiares que trabajan en la empresa, los que la gobiernan y los que sólo son accionistas no tienen por qué coincidir, y todos ellos pueden ser legítimos. La existencia de un motivo real para seguir juntos (misión) y de unas estructuras de gobierno adecuadas a la empresa y a la familia son los elementos que permiten unificarlos.
Es en los mementos de crisis cuando se demuestra si los órganos de gobiernos son floreros decorativos o aportan realmente valor, al estar formados por personas capacitadas para la toma de decisiones en forma y tiempo. Porque la velocidad puede ser también crucial en un momento de crisis; actuar deprisa no quiere decir necesariamente hacerlo de forma impulsiva. Decidir bien y a tiempo es importante, pero aún lo es más ejecutar de forma adecuada para obtener resultados a un coste asumible. Dicen que vale más una mala decisión bien ejecutada que una buena decisión mal ejecutada, porque en el primer caso habrá rectificación.
Si bien en muchos casos el primer objetivo ha de ser salvar la empresa o limitar los daños patrimoniales para poder reemprender, hemos de recordar que las decisiones actuales pueden determinar nuestra imagen y la de la empresa el día de mañana. Con la toma y explicación de decisiones se está trasmitiendo a la siguiente generación los auténticos valores de la familia empresaria.
Para finalizar recordar el dicho de que “lo que es bueno para la empresa a la larga es bueno para la familia.
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