El ser humano, desde la prehistoria, se mueve a base de cuentas y cuentos. Entre los primeros vestigios de los humanos tenemos collares de cuentas, y alrededor del fuego tribal se explicaban cuentos. Cuando somos pequeños, nuestros padres nos explican cuentos y nos enseñan a contar
Podríamos decir que, en la empresa, y especialmente si es familiar, todo son cuentas y cuentos, y no me refiero al hecho de que lo que no son cuentas son cuentos (lo que no son pesetas son puñetas, decíamos antes del euro). Para que la empresa funcione las cuentas han de salir, han de cuadrar. Los objetivos han de ser cuantificables. Los planes de acción han de estar sostenidos por cuentas previsionales. Las cuentas se han de aprobar por los socios, y conviene que las compruebe un auditor de cuentas. Pero la auditoría lo que hace es comprobar que se está cumpliendo la normativa contable y fiscal. En todo caso, es recomendable comprobar de primera mano los saldos de las cuentas bancarias y las disposiciones de crédito, porque la caja es para la empresa como el aire para las personas.
Los cuentos tienen que ver con conocer los orígenes y la historia de la empresa, y de la familia, en su caso. Los cuentos también son la visión de cómo se ve la empresa a largo plazo, y sus relaciones con la familia, y el motivo para hacer el camino (misión). Para tener colaboradores implicados estos han de comprar el cuento de la empresa. Para vender los productos muchas veces hay que explicar un cuento que enganche a los consumidores. Los cuentos además de atractivos han de ser creíbles, es decir que no pueden ser cuentos chinos.
Tanto las cuentas como los cuentos pueden significar peleas. Dice el refrán que “cuentas largas, peleas seguras”, y que “cuentos nuevos, peleas viejas”. Si los problemas no se atacan de forma correcta volverán a salir. Las deudas pueden ser emocionales y resurgir. Las situaciones tienden a repetirse, incluso de forma intergeneracional, si no se han resuelto de forma adecuada.
Para finalizar, cabe recordar que el cuento de la lechera culmina con el continente roto por no caer la protagonista en la cuenta… y precipitarse en hacer unas cuentas y unos cuentos que no correspondían.
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