ALQUIMIA EMPRESARIAL (L’Indicador d’Economia 24/8/22)
La alquimia es el estudio esotérico de la transmutación de los materiales para encontrar, entre otras cosas, la piedra filosofal capaz de convertir los metales en oro. Según el diccionario, también es una transmutación maravillosa e increíble.
El mundo de la empresa tiene que ver mucho con la alquimia porque es capaz de transmutar de forma fantástica e increíble unos productos en unos resultados beneficiosos para todos los intervinientes en el proceso, y para sus destinatarios. Está en un punto entre la ciencia y el arte. Es bien cierto que la empresa se puede beneficiar de las técnicas que definen su desarrollo profesional; desde el análisis del margen de contribución por productos hasta el funcionamiento de los órganos de dirección y gobierno, por ejemplo. Pero no es menos cierto que ha de tenerse cuidado de que esta profesionalización no ahogue totalmente el espíritu emprendedor y la pasión necesarios para iniciar y continuar un proyecto que casi nadir con sentido común llevaría a cabo.
La alquimia está relacionada con la magia y es la madre de la química. Los negocios tienen mucho de mágicos: crean progreso y bienestar; y al igual que la química tienen unos elementos que se han de saber combinar. ¿Cuáles son?: una idea, recursos económicos, personas, planificación, comunicación, control y pasión. Muchos de ellos no son elementos estancos, sino interconectados de forma que se refuerzan o debilitan mutuamente.
Una idea en más de una ocasión aparentemente inviable para los tradicionalistas. Que aporte ventajas por las que alguien esté dispuesto a pagar. Estas pueden ser de calidad, ubicación, entrega …., conviene que sean diferenciales respecto a las de otros y que sean sostenibles en el tiempo.
Los recursos económicos, siendo imprescindibles (“cuando no hay harina todo es mohina”) son los más fáciles de obtener si se tiene el resto de elementos. Hay una cosa que se llama “bancos” que prestan dineros, y también fondos de inversión y Business Angels. Finalmente tenemos las 3 “F” (Family, Friends & Fools – Familia, Amigos y Tontos) que financian las etapas iniciales de la mayoría de proyectos.
Las personas no forman parte del balance contable, pero suelen ser el principal activo y pasivo de cualquier proyecto. El éxito suele ser fruto el trabajo en equipo. Las personas adecuadas en el lugar adecuado son una de las ventajas competitivas más difíciles de copiar. Es importante recordar que las personas hacen las cosas por sus motivos, no por los nuestros; por lo tanto, conviene conocer los suyos y hacer que hagan suyo el proyecto de la empresa, para lo que ayuda que éste sea algo más que simplemente ganar dinero.
A todo burro le puede sonar una vez la flauta; el éxito continuado es fruto de la planificación, es decir, de determinar quien hará, el qué, cuándo y cómo. En la fase inicial puede estar en la cabeza del empresario emprendedor, peros a medida que la empresa crece es necesario explicitar la planificación para alinear las decisiones. Toda buena planificación tiene previstos los oportunos planes de contingencia, porque Murphy existe y también los cisnes negros.
La comunicación es el mejor aceite para reducir la fricción entre los engranajes de un proyecto empresarial. Hay que comunicar con los colaboradores para lograr su implicación; con los clientes; con los proveedores de productos, servicios y dinero; con los socios y con la familia. Es importante conseguir que los socios que no están en el día a día del proyecto lo sientan como probable travesía del desierto inicial. Toda esta comunicación no ha de ser unidireccional, sino de dos sentidos; y con una actitud de escucha activa para tratar de entender a los demás.
El control de que se están consiguiendo los hitos en el calendario previsto suele ser imprescindible, porque nada sale como está previsto. Tal vez deba reajustarse el plan de acción o cambiar los objetivos en función de los cambios de la situación externa. La falta de control suele ser la principal causa de fracaso de los proyectos. Se han de controlar muchas cosas, pero sobre todo la tesorería, porque “mientras hay caja hay esperanza”.
La pasión, no por última menos importante. Sin pasión no se inicia ningún proyecto, no se superan las dificultades. “Hace más el que quiere que el que puede”. Ha de ser una pasión racional, consciente de las fortalezas y de las áreas de mejora, pero con un toque de irracionalidad para ser capaz de ver oportunidades donde la mayoría de los mortales ven problemas. Si la racionalidad mata la pasión, el negocio tiene mal futuro.