La trágica dana de Levante exigirá en su momento las correspondientes responsabilidades políticas y legales, pero lo primero es reconstruir. Es necesario empezar por ofrecer apoyo humano y psicológico a los afectados, puesto que este es insustituible. Así mismo, hay que reconstruir las empresas y volver a poner en marcha la economía. Según indican los expertos, puede ser que un tercio de las empresas no abran, miles de negocios y decenas de miles de ocupaciones se perderán. “Tendrán dinero público en forma de subvenciones y créditos, pero los faltarán ganas, fallarán las energías. Hay que minimizar las no aperturas, no hay tiempos ni para llorar por los muertos”, afirma un empresario valenciano con preocupación.
Cuando una empresa sufre una desgracia individual como un incendio total, la situación es durísima, pero el entorno puede apoyar a su resiliencia. En cambio, en este caso, gran parte del entorno personal y empresarial puede estar en un estado que podríamos calificar de depresivo, y esto complica enormemente el proceso de volver a empezar. Además, los desafíos emocionales se añaden a una situación económica ya de por sí precaria, hecho que aumenta las dificultades para recuperar la normalidad.
Aun así, es imprescindible convertir la desgracia en una oportunidad. Las nuevas empresas o instalaciones podrían ser más modernas, adaptadas en las nuevas tecnologías y sostenibles, cosa que aportaría valor añadido en la región. Pero, sobre todo, hacen falta personas con ganas e ilusión para impulsar esta transformación. Es esencial que haya un espíritu colectivo de superación que mueva tanto empresarios como trabajadores a recuperar aquello perdido y a construir algo mejor.
También es fundamental atraer inversores que quieran ganar dinero apostando por esta zona afectada. La administración pública tiene un papel crucial para incentivar esta inversión: convertir la zona en puerto franco, ofrecer libertad de amortización para las nuevas inversiones, o conceder licencias de obras, construcción y actividades de manera gratuita y con inspecciones posteriores. Estas medidas podrían agilizar enormemente el proceso de reconstrucción y dar un impulso esencial a la recuperación económica.
Hay que poner en marcha una “dana inversora” de iniciativa privada que actúe con inteligencia para reconstruir “la mejor terreta del mundo”. Es necesario planificar con visión de futuro, aprovechando esta situación para crear infraestructuras y negocios más eficientes, sostenibles y preparados para posibles adversidades futuras. Solo con un esfuerzo conjunto y una visión a largo plazo se podrá garantizar que esta tragedia acontezca un punto de inflexión hacia una mejor prosperidad para la región.