Saben aquell que diu que uno dijo “por favor, no le digáis a mi madre que soy consejero, se piensa que soy pianista en un burdel”.
En muchos consejos hay la creencia de que los puestos son eternos, y la composición del Consejo no se adecua a las cambiantes necesidades de la empresa. Los consejeros deben ser conscientes de que su mandato puede finalizar si su capacidad de contribuir disminuye.
Los consejeros externos pueden aportar experiencia directiva, consejo competente, generación de ideas, nuevos puntos de vista y relaciones. Deben ser complementarios y sinérgicos con el Consejo y la dirección. Su educación, experiencia profesional, relaciones, paradigmas, actitudes, valores y creencias pueden ser significativas. El número de consejeros externos es un indicador importante. El número de consejeros independientes conviene que sea alto, y que su perfil sea diverso. Los consejeros independientes lo son principalmente en base a tres criterios: remuneración, duración en el cargo y ausencia de conflicto de intereses.
El perfil de los consejeros puede ser financiero, estratégico, operativo o florero. lo primero es valorar sus características personales (honestidad, valores, dedicación, independencia) y después las específicas (experiencia, competencia, prestigio, relaciones). Idealmente aporta: experiencia ejecutiva; referente en algún tema estratégico; visión global y a largo; capacidad analítica; neutralidad e independencia; habilidades comunicativas, empáticas y de trabajo en equipo; comprensión del sistema de gobierno y compliance de la empresa; capacidades de negociación; creatividad; y ética.
Los consejeros deben ayudar a la dirección compartiendo sus experiencias y habilidades con la dirección, y teniendo en cuenta los objetivos, necesidades, valores y misión de la empresa. La química personal importa, pero las fortalezas surgen solo cuando hay una comunicación sincera sobre la situación de la empresa. La capacidad de trabajo en equipo requiere un recordatorio de su contenido; implica: manifestación sincera de opiniones y limitaciones, proactividad, escucha, tacto, capacidad de mantener y cambiar de opinión, capacidad de aprendizaje, uso del tiempo, respeto a los demás.
Peor que no tener consejo es tener uno formado por “si señores”.