TRABAJO FORMATIVO FUERA DE LA EMPRESA FAMILIAR ?
El otro día un empresario gerundense me explicó que cuando sus dos hijos hacía poco tiempo que trabajaban afuera para coger experiencia, otro empresario con más años al timón le dijo «es un camelo, no aprenden nada; donde se aprende es tomando decisiones». Preguntó a sus hijos que estaban haciendo y cuando le contestaron «*PowerPoint para mi jefe» les dijo que se incorporaran a la empresa familiar. Después de unos años hicieron un MBA y ahora están a la posición de DG de filiales antes de pasar al holding. Otro empresario familiar tiene el problema que después de haberse formado y trabajar a una multinacional en Londres el hijo le dice «padre, es que a mí Girona y la empresa familiar se me quedan pequeños».
Estas historias me llevan a reflexionar sobre la recomendación que yo, y la mayoría de asesores, hago a mis familias empresarias clientes para que planifiquen la formación de los familiares que se tienen que incorporar a la empresa familiar con adquisición de experiencia práctica fuera para abrir la mente a otras formas de trabajar, y demostrar la capacidad. Muchos protocolos familiares lo tienen establecido como requisito.
Digamos, en primer lugar, que «bien está lo que bien acaba», que «cada uno explica el mercado según le va», que «hay excepciones que confirman la regla», y que «no hay reglas universales, sino recomendaciones».
Tengo un caso en el cual he recomendado a la familia empresaria «despida temporalmente» al hijo mayor, de 27 años, que se incorporó directamente para evitar que los siguientes lo hagan. Seguramente no me harán caso, pero tendrán que justificarme, si quieren, su decisión con los pros y contras. En otro he recomendado la incorporación de un mentor externo por el hijo de 40 que no ha trabajado fuera y tiene frecuentes trabas con su predecesor en la hora de rendir cuentas
Incorporarse directamente a la empresa familiar puede ser muy cómodo para el continuador, puesto que es más difícil que lo despidan y la carrera puede ser más rápida; pero puede dificultar la autoestima, puesto que siempre se puede tener la duda de si se está por sangre o valía. También hay el riesgo que los predecesores quieran evitar la «fuga del nido».
En definitiva, es cada familia empresaria concreta la que tiene que tomar las decisiones, teniendo en cuenta las recomendaciones y todos los pros y contras a largo plazo.