ÍCARO Y TELÉMACO EN LA EMPRESA FAMILIAR (La Veu d’Anoia 11/4/25)

Ícaro es un joven personaje de la mitología griega que dotado de unas alas que le dio su padre llevado por la emoción ascendió tanto, a pesar de las advertencias del progenitor, que al acercarse al sol se ablando la cera que unía las plumas y cayó al mar, donde murió. Aplicar esta historia de la empresa familiar nos permite hacer varias reflexiones.

La ambición sin control puede llevar a asumir riesgos excesivos como crecer demasiado rápido, diversificar sin planificar o invertir sin un análisis o planificación adecuados. La falta de control puede ser debida a exceso de confianza de los predecesores por éxitos anteriores o a creer haber heredado sus capacidades, entre otros. Puede haber tentación de asumir riesgos excesivos, por ejemplo, sobrepasando los límites establecidos por la experiencia de los predecesores, para demostrar la capacidad a otros o a uno mismo.

En las empresas familiares hay que combinar el respeto a la historia y la experiencia con el emprendimiento e innovación para adaptar la empresa a los cambios. Como en el Gatopardo “»si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie»; si queremos que continúe habiendo un negocio probablemente hay que cambiar de negocio o la forma de hacer negocio.

Es recomendable que los continuadores se formen adecuadamente y adquieran experiencia de forma progresiva, superando retos preestablecidos y aprendiendo de los fracasos. 

Ícaro no escucho los consejos de su padre, la comunicación intergeneracional no funciono. La comunicación no consiste simplemente en transmitir información por el emisor, sino en que esta sea asimilada por el receptor.

Telémaco, hijo de Ulises el protagonista de la Odisea, es el caso contrario. Antes de emprender viaje en busca de su padre busca consejo; madura y crece lentamente.

La fábula del griego Esopo, adaptada por La Fontaine, sobre la liebre y la tortuga une ambos perfiles, y nos recuerda que el éxito no depende tanto de ser el más rápido en crecer o en tomar decisiones impulsivas como la liebre, sino de la constancia, la planificación y la capacidad de adaptación de la tortuga, que con estrategia y disciplina se mantiene firme a lo largo del tiempo.

Seguramente en el punto medio está la virtud.

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