FORD 3: CLARA Y ELEONOR (Viaempresa 9/8/25)

REBELIÓN FEMENINA

La muerte de Edsel no solo dejaba un vacío moral que la generación siguiente tendría que llenar, sino que también emitía desalentadores mensajes respecto a los peligros del poder y a la necesidad de tomar y mantener la empresa contra todo el que pudiera representar una amenaza.

Todos los ojos estaban fijos en Henry II. Al darse cuenta que la tarea de proteger los intereses de la familia en la lucha contra Bennett podía caer sobre sus hombros, intentó actuar de manera diplomática. Benson, como hijo menor, no sentía la necesidad de ser diplomático y, de forma poco característica, se enojó muchísimo cuando se enteró que su padre ya no se recuperaría: «El abuelo tiene la culpa de la enfermedad de papá, ¡y no quiero nada con él!».

El anciano Henry empezó a insinuar su voluntad de que Bennett fuera el próximo presidente de la Ford. Eleanor, que controlaba ahora el importante paquete de acciones de su difunto exmarido, «tuvo un ataque». Para calmarla, el anciano Henry dijo que él mismo ocuparía este cargo. Henry II objetó, sin éxito, el inadecuado de una designación de nuevo presidente de modo tan inmediato en la muerte de su padre.

Bennett había encargado un codicilo para añadir al testamento del viejo Henry, en el cual se establecía un fideicomiso que controlaría la empresa durante los diez años siguientes a su muerte en el cual él era el secretario. Cuando Henry II se enteró dijo “que me cuelguen si dejo que me mate a mí. Antes me suelto”. Comentó que estaba pensando a dejar la empresa, vender sus acciones y después visitar a los concesionarios de todo el país explicándolos la situación sin futuro para que cortaran sus relaciones con Ford que intentaba volver al paraíso perdido de un solo tipo de motor y de chasis.

Parecía que la rebelión iba a fracasar, pero en este momento las mujeres de la familia, que se habían mantenido en silencio durante la larga humillación de Edsel, se colocaron junto a Henry II. Clara manifestó a su marido, con toda claridad, que negar a Henry la autoridad dentro de la empresa significaba la ruptura definitiva de los vínculos familiares, ya bastante deteriorados. Eleanor dio un ultimátum: si su hijo no era colocado inmediatamente al frente de la empresa, vendería todas las acciones que había heredado de Edsel, que representaban algo así como el 41 por ciento del total de la empresa. Esta última amenaza hizo reflexionar al anciano.

Henry estaba excesivamente sumergido en su propio y extraño drama para dedicar tiempo a la creación de un imperativo dinástico para su familia. Sin embargo, mientras vivió, los miembros de la familia se veían a sí mismos definidos por su relación con él. Todos habían tenido sentimientos ambivalentes respecto al anciano. El reino podía ser puesto en peligro por un rey demente, como el anciano Henry. En él podía desarrollarse el trágico drama del príncipe caído, como Edsel, podían aparecer peligrosos usurpadores como Bennett. Los tres hijos de Edsel se dispusieron a actuar en la época de posguerra.

En vista del papel ejercido por Clara y Eleanor para conseguir el viejo Henry se retirará se especuló después de su muerte sobre la posibilidad que los hombres pasaran a ser controlados por un matriarcado, o al menos por una regencia femenina.

Cuando un consejero ofreció a Henry II encargarse de eliminar a los partidarios de Bennett no lo aceptó. “Tengo que hacerlo yo mismo, o me conocerán como el tipo que no supo enfrentar sus responsabilidades”. Visitó todos los concesionarios Ford dando inspiradas charlas sobre como la empresa volvería a ser la número uno y, sobre todo, permitiéndolos ver y tocar en un Ford de carne y hueso. Condujo el Ford de prueba en las 500 millas de Indianápolis. Solo hablaba de su abuelo en actos ceremoniales. No había cumplido los treinta años.

La Ford estaba perdiendo un millón de dólares diarios en 1946.

Contrato diez jóvenes, antiguos oficiales de las Fuerzas Aéreas, ejecutivos el liderazgo de los cuales se basaba más en el conocimiento financiero y la sofisticación que en una idea sobre el producto en sí. Descubrieron millones de dólares repartidos en bancos sin intereses; que los anticuados contables dejaban que las facturas amontonadas consiguieran más de un metro de altura, y después estimaban la cuenta de las facturas que tenían que pagarse mesurando la altura de las pilas.

Henry II, era consciente de su precaria posición, que, después de todo, no se fundaba en conocimientos ni experiencia, sino en su nombre y en su calidad de propietario. Tenía que incorporar a alguien capaz de conseguir el gran salto adelante de la compañía: Ernest Breech, que inició un plan para «secuestrar» de la General Motors los jóvenes de segundo y tercer nivel gerencial, nuestros hombres-cumbre del futuro.

En esta tercera entrega de la alcurnia Ford podemos reflexionar sobre la importancia de tener un sistema de gobierno fuerte, el rol -muchas veces oculto- de las mujeres a la familia empresaria, la necesidad de demostrar que se merece el poder heredad, el papel de los externos a la empresa familiar. Nos podríamos plantear cuestiones como: ¿qué papel juegan las mujeres a nuestra familia empresaria? ¿tenemos un gobierno de la empresa adecuado? ¿Incorporamos talento externo? ¿Los continuadores tendrán autoridad o sólo poder?

Comparte este artículo a través de tus redes sociales: