Esta tercera y última entrega de mi extracto sobre el monográfico de The Economist gira sobre la economía y los negocios.
La competencia por las energías verdes está redefiniendo la geopolítica y el comercio. Aumentan los votantes que ven las políticas medioambientales como una conspiración elitista contra la gente ordinaria. La transición a la descarbonización en teoría beneficiara. En la práctica creara turbulencias en los ganadores y en los perdedores. El crecimiento económico demandará más petróleo y gas, con precios crecientes durante una década o más. Habrá una gran demanda de determinados metales, cuyos mercados entraran en un ciclo de subidas y bajadas, creando nuevas fortunas. Los países capaces de generar energía eléctrica solar, eólica o hidráulica que no necesitan recibirán fondos.
2024 puede ser el año más caluroso de la historia. Hará calor en lugares no acostumbrados. ¿Qué ocurrirá si las altas temperaturas generan una demanda eléctrica para aires acondicionados mayor de la que la red puede suministrar? Las ciudades pueden ser más calurosas porque el asfalto y los edificios conservan el calor. La legislación de protección de trabajadores puede incrementarse.
En la economía verde los gobiernos se han centrado en las energías renovables y los vehículos eléctricos, olvidándose de la industria cementera y siderúrgica en las que hace falta altas temperaturas logradas con combustibles fósiles. Emiten cada una de ellas el 5% de las emisiones, frente al 1% de la aviación que es objeto de muchas mayores críticas. El progreso de India y otros países aumentará el consumo de cemento y acero.
En 2024 se verá si Europa impone la tasa por huella de carbono de las importaciones. BlakRock, el mayor fondo mundial, ha lanzado un fondo verde. Los inversores con mentalidad climática pueden ver que sectores que hoy parecen difíciles de abatir tendrán difícil resistirse.
La combustión de los vehículos de gasolina genera el 15% de las emisiones. La mayoría de las plantas de baterías eléctricas existente y proyectadas están en China. Y muchos de los proyectos en Europa son chinos. China produce el 78% de las baterías, y mantendrá una cuota del 69% en 2030. Tiene tres veces más capacidad de producción de la que necesita. En 2024 se convertirá en el principal exportador mundial de coches.
El coste medio de la energía fotovoltaica ha disminuido de 0,45$ Kwh en 2010 a 0,05. Mediante electrolisis se puede convertir electricidad en hidrógeno, el principal problema es su transporte. El gaseoducto Barcelona-Marsella puede facilitar su acceso al mercado alemán, que deberá importar el 70% del hidrogeno necesario para descarbonizar su industria si no quiere que se traslade el lugar de producción. Europa tiene que dar el salto a una energía en un mercado todavía o regulado, y haciendo frente a la energía nuclear “verde” francesa. Los inversores odian invertir a largo plazo si no hay capacidad de controlar los precios del hidrogeno.
Poner precio a las emisiones de CO2 puede sólo incentivar a una mejor eficiencia energética y alargar el uso de combustibles fósiles. Los subsidios incentivan la aparición de lobbys. Las recientes huelgas del sector del automóvil en EEUU han sido debido en parte a que los vehículos eléctricos significan menos empleo. Una empresa puede crear buenos empleos sin ser más verde que sus competidores. Una inversión que reduce emisiones y empleo ¿es un éxito o un fracaso?
Las economías occidentales se han comportado en el 23 mejor de los previsto, pero aún no han salido del bosque y los tipos de interés se mantendrán altos durante tiempo, lo que penalizará a las empresas y consumidores, aunque no se entre en una recesión. La economía mundial continuara frágil. La inflación será menor pero demasiado alta. El proteccionismo crecerá. El precio de los hidrocarburos aumentará, creando una segunda ola inflacionista. Los tipos de interés se mantendrán, provocando talvez una recesión en la eurozona. La economía norteamericana se está manteniendo con un incremento del 7% en la deuda pública. El dólar puede subir. China se está ralentizando, en parte como consecuencia de la relocalización de las cadenas de suministro. Las tendencias se pueden potenciar si Trump sale elegido.
Las empresas han encontrado diversas formas de aumentar los márgenes. Desde la desagregación de las compañías aéreas lowcost cargando extras por lo que solía estar incluido, que ha sido imitada por Airbnb y que está siendo introducida por BMW y Mercedes para aumentar la potencia de los vehículos eléctricos con una cuota mensual. Otra forma es la variación de precios según la estacionalidad de la demanda, que puede ser ajustada según el minutero como hace Uber. La inclusión de propinas es otra forma. La inflación, presión de los consumidores y regulación gubernamental puede atemperar la tendencia, pero las empresas experimentarán nuevas formas de hacerlo en 2024.
EEUU quiere cadenas de suministro más próximas y en países amigos. Reducir la dependencia del suministro de China puede ser más fácil de decir que de hacer. La habilidad para reestablecer cadenas de suministro puede ser la diferencia entre empresas ganadoras y perdedoras. Los países del sudeste asiático se pueden beneficiar.
Los trabajadores occidentales a jornada completa y con bachillerato teletrabajan un día y medio, y quieren doblarlo. Los empleadores piensan diferente, pero nadie espera presencialidad de cinco días. Ello tiene consecuencias en la rentabilidad de las propiedades inmobiliarias, al mismo tiempo que los costes financieros están aumentando. Las oficinas se están reconvirtiendo en viviendas y coworkings.
Los viajeros aéreos están en 2023 al 95% del nivel pre-pandemia, pero las compañías aéreas no han reestablecido su capacidad. Los retrasos son cada vez más habituales y aumentarán en 2024. La ralentización china reducirá su turismo. Las ciudades están luchando contra los alquileres de corta duración como Airbnb.
Encontrar trabajadores es un reto en toda Europa, y cada año se jubilan largas cohortes de babyboomers. No todos los países pueden compensarlos con inmigración. Aunque el mundo entre en recesión el mercado laboral se mostrará fuerte. El desempleo en el mundo occidental está por debajo del 5%. La demografía puede ser una explicación. Otras que las empresas que han despedido saben que después cuesta encontrar talento. Muchos países han reducido los subsidios. Las empresas que incorporan tecnología a menudo acaban contratando a más personas. La tecnología también facilita encontrar trabajo. Los estímulos económicos anticovid y postcovid han llevado a los consumidores a sectores intensivos en mano de obra como hoteles y restaurantes. Haría falta una severa recesión para dañar el mercado laboral.
Más de 130 países han acordado que las grandes empresas no han de pagar menos de un 15% impuesto de beneficios, con independencia de donde los obtengan. El problema es que la mayor parte de ellas son americanas.
China rechaza las reglas financieras de occidente, pero como mayor creditor del mundo no puede ignorarlas. El problema es que los deudores deben llegar a acuerdo con los gobiernos antes de que los privados puedan empezar a negocias.
Aunque en 2023 el mundo ha comprado más que nunca a China el proteccionismo continuara floreciendo. La lógica de seguridad nacional primará sobre los méritos económicos. Los países y empresas tendrán que adaptarse. Las chinas están mirando como saltarse las barreras.
Taiwán produce el 65% de los semiconductores del mundo.
En 2010 los smartphones entraron como medio de pago bajando el peso del efectivo en los mayores mercados. La moneda digital de los bancos centrales puede ser el próximo paso, sin el riesgo de la de bancos comerciales.
En 2024 puede haber problemas de suministro con el petróleo, el cobre y el grano. No se esperan con el cobalto ni litio.
El alto crecimiento de las cadenas locales de retail africanas (Kayzon, Jumia, Marketsquare…) refleja tendencias profundas en el continente. La población se está concentrando en ciudades de entre treinta i trescientos mil habitantes, que están infra-servidas por el comercio. Hay que mirar no solo cuanto consumen los africanos, sino también como.
Apple sacará sus Visión-Pro a un precio de 3,499 $ con unas ventas esperadas de 200.000 unidades.
Los robo-taxis empezaran a salir de las zonas de test.
Al final del 2024 los astronautas volverán a dar la vuelta a la luna, sin alunizar. Empresas privadas continuaran experimentando sus cohetes. Pronto se podrá poner en órbita 150 toneladas de equipaje.
Los hongos que destruyen cosechas de cereales se están expandiendo con rapidez. Los del arroz han destruido cultivos para alimentar a sesenta millones de personas. Los de la patata crean diez mil millones de pérdidas anuales. Todo ello se añade a los problemas causados por la guerra y la sequía.
Entre 1981 y 2021 el índice bursátil global rindió un 7,4% anualizado, los bonos un 6,3%. Los jóvenes tienen difícil alcanzar estos rendimientos. Tienen el riesgo de fiarse de los rendimientos pasados, y de ahorrar poco para la jubilación. Pero tienen mejor acceso a la información financiera; aunque se les presentan más trampas. Mantienen más liquidez que sus predecesores, está menos predispuesta a invertir y tienen tendencia a hacerlo en “mercados temáticos”. Los fondos ESG pueden ser greenwashig ; el 68% de sus activos son iguales que los de los no ESG.
En octubre 2023 el índice S&P 500 estaba sobre los 4.100 punto, pero ello no refleja los vaivenes a que ha sido sometido. Es difícil imaginar que no se romperán más cosas. Las alarmas están sobre el sector inmobiliario comercial y bancario. La rebaja de tipos de la reserva federal en 2024 o 2025 puede alimentar crecimientos de los índices.