Pandora es una figura de la mitología griega que al abrir la caja que le habían entregado los dioses libero a todos los males que azotan a la humanidad.
Afrontar el futuro de la familia empresaria puede ser como enfrentarse a abrir la caja de Pandora. Pueden desatarse todos los demonios habidos y por haber. Pueden despertarse conflictos ocultos o nuevos; pueden reabrirse heridas. El temor a todo ello puede llevar, de forma consciente o inconsciente, a posponer hacer frente al reto, a dejarlo en manos del azar o a planificar aisladamente pretendiendo “reinar después de muerto” sin crear los necesarios consensos. Además, no se suele considerar un tema urgente hasta que ya es demasiado tarde.
El proceso de planificación del futuro de la familia empresaria es muy diferente según las dimensiones y características de la familia y de la empresa. No es lo mismo una propiedad única con hijos preadolescentes que varios propietarios con descendientes adultos. Este suele se el caso de la mayoría de intervenciones de asesoramiento.
Dicen que “cada maestrillo tiene su librillo”. El primer paso de mi colaboración con familias empresarias -tras una reunión global explicativa del proceso, sus riesgos y requisitos- es unas conversaciones individuales con cada una de las personas integrantes de la familia empresaria. Previamente han tenido que definir quienes lo son, y al respecto “para gustos colores”; lo que significa empezar a abrir la caja de Pandora. En estas conversaciones se recoge información y opiniones y afloran emociones. Fruto de ellas “pongo el pescado sobre la mesa” mediante un informe de diagnóstico en el que se comparte -con visto bueno previo individual- negro sobre blanco las diferentes visiones y alternativas; así como reflexiones para ayudar a que la familia empresaria pueda tomar de forma reflexiva las decisiones que considere más adecuadas. Si la familia empresaria no es capaz de compartir toda esta información de forma empática tal vez lo más conveniente es que planifiquen su discontinuidad comunitaria en la empresa; continuar juntos es una opción no una obligación; a veces es mejor la poda o la venta.
Es recomendable hacer frente a las diferencias y a las cuestiones potencialmente problemáticas con antelación a los momentos de crisis familiares o empresariales, cuando aparentemente todo va bien. Hacerlo con la ayuda de alguien que haya acompañado antes en la ruta a otras familias empresarias no es garantía de éxito, ya que cada familia es un mundo; pero puede aportar experiencia para facilitar el proceso evitando los errores más habituales.
En este proceso es clave la transparencia y la comunicación empática. El objetivo ha de ser no solo identificar posibles conflictos, sino también que todos los miembros de la familia empresaria puedan manifestar sus expectativas y temores. En muchas ocasiones el reto no es superar las diferencias de opiniones sino crear un marco adecuado para gestionarlas, en el que prime la escucha activa y el respeto mutuo para alcanzar acuerdos sostenibles.
La familia empresaria puede tener que hacer frente a que postura tomar ante cuestiones como la forma en que se tomarán las decisiones, el rol de cada integrante, la aplicación de resultados, el emprendimiento o el derecho de salida, por ejemplo. Crear consenso respecto a estas cuestiones en las que los legítimos puntos de vista iniciales pueden ser muy divergentes facilita la prevención de mayores conflictos posibles y garantizar la continuidad de la empresa familiar. Sobre estos acuerdos se construye el futuro de la familia empresaria.
Abrir la caja de Pandora puede dar vértigo, pero retrasarlo puede aumentar la presión de las tensiones latentes, y hacer que estallen de forma incontrolada en el peor momento posible (Ley de Murphy). Hace falta madurez y compromiso por parte de todas las personas que intervienen, y que le dediquen tiempo de calidad. Las familias empresarias que se atreven a hacerlo con empatía pueden mejorar su cohesión interna y adaptabilidad externa, aumentando así su fortaleza. El objetivo final no ha de ser únicamente reducir la duración e intensidad de futuros problemas, sino garantizar al máximo la continuidad empresarial, la felicidad familiar y la transmisión de su legado material e inmaterial. En el fondo de la caja de Pandora permaneció el espíritu de la esperanza, recordándonos que siempre existe la posibilidad de encontrar soluciones y salir adelante.